intolerancias alimentarias
julio 20, 2021

¿Alergia o intolerancia alimentaria?

Las reacciones o síntomas tras ingerir alimentos son cada vez más frecuentes y motivo de consulta de miles de pacientes, que en muchos casos no distinguen si tienen alergia o intolerancia alimentaria. Es vital conocer las diferencias de ambas y hacer un diagnóstico correcto, ya que el abordaje es diferente y la vida puede peligrar en casos de alergia grave.

Las alergias alimentarias se estima que afectan al 8-10% de la población. Son reacciones inmediatas agudas que se producen porque el sistema inmunológico reconoce de forma errónea como extraña una proteína alimentaria o alergeno. Cuando esta proteína es compartida por distintos alimentos o por alimentos e inhalantes como el polen, se conoce como panalergeno. Entre los más importantes destacan las profilinas y las LTP (proteínas transportadoras de lípidos), ambos presentes en múltiples alimentos vegetales y pólenes.

El mecanismo de la reacción alérgica esta mediado por inmunoglobulinas E (IgE) específicas frente a los alergenos. Su unión estimula a unas células presentes en múltiples tejidos llamadas mastocitos. La activación de estas células libera una gran cantidad de mediadores celulares contenidos en su interior, siendo el más representativo la histamina.

La acción de estos mediadores genera múltiples efectos biológicos agudos que cursan con distintas manifestaciones clínicas características de la alergia alimentaria: picor orofaríngeo (síndrome de alergia oral), habones (urticaria aguda), hinchazón de manos, pies, cara, región genital, lengua o vía área superior (angioedema agudo), síntomas nasales (rinitis) y/o respiratorios (asma bronquial). Con menor frecuencia también se pueden generar síntomas digestivos: vómitos alimentarios, dolor epigástrico, diarrea a veces con sangre en heces y/o dolor abdominal cólico.

Cuando la reacción afecta a más de dos órganos (por ejemplo, piel y vía área) se conoce como anafilaxia. En casos muy graves se produce también una bajada brusca y severa de la tensión arterial, que se conoce como shock anafiláctico, reacción donde la vida corre peligro y es imprescindible la administración urgente de adrenalina intramuscular y la asistencia médica inmediata.

Las reacciones alérgicas a alimentos a veces precisan la asociación con un cofactor imprescindible para que se desencadene la reacción. Los cofactores más importantes son la toma de antiinflamatorios no esteroideos (AINEs), la realización de ejercicio físico o las situaciones de estrés.

El diagnóstico de la alergia alimentaria debe ser realizado siempre por médicos especialistas de alergia. Se establece tras una historia clínica adecuada mediante la realización de pruebas alérgicas (prick test) y estudios analíticos donde debe determinarse el nivel de IgE total y la presencia de IgE específica (RAST o CAP) frente a alimentos completos o sus proteínas (recombinantes alergénicos).

Existen también paneles analíticos mediante técnicas de microarrays que evalúan la presencia de IgE especifica frente a decenas de alergenos. En Inmunomet empleamos el panel más completo o test ALEX, con capacidad de hacer un screening de más de 300 sustancias y proteínas alergénicas incluyendo alimentos, inhalantes, parásitos, venenos de himenópteros y látex. Identifica cualquier alergeno y panalergeno frente al que pueda existir sensibilización alérgica, detectando síndromes de reactividad cruzada y permitiendo diagnósticos muy precisos.

Esta precisión diagnóstica permite a su vez dar indicaciones correctas de evitación de alimentos para prevenir futuras reacciones. Sin embargo, no siempre es posible evitar transgresiones alimentarias inadvertidas, sobre todo cuando no controlamos todos los ingredientes de lo que comemos. Ante este riesgo en muchos alérgicos a alimentos se recomienda llevar siempre adrenalina precargada autoinyectable a nivel intramuscular. Su administración precoz permite controlar reacciones alérgicas graves hasta atención médica urgente. Otros tratamientos empleados en las alergias alimentarias son los antihistamínicos y corticoides, que su alergólogo le prescribirá en aquellos casos que estime indicado.

En alergias a leche y huevo una alternativa terapéutica de elección es la inmunoterapia oral (ITO). Existen distintos protocolos en los que mediante la administración de dosis crecientes del alimento bajo estricto control alergológico se consigue desensibilizar al paciente. También existe inmunoterapia sublingual comercializada para alérgicos a LTP y se han hecho estudios prometedores de inmunoterapia con otros alimentos como por ejemplo el cacahuete.

Aunque a veces comparten algunos síntomas y signos, las intolerancias alimentarias son muy diferentes a las alergias alimentarias. Las intolerancias son mucho más frecuentes, estimándose que afectan a más del 50% de la población. Siempre se desarrollan frente a componentes presentes en multitud de alimentos, siendo dosis dependientes y acumulativas. Sus causas y mecanismos son múltiples y con frecuencia combinados, siendo el más común metabólico por malabsorción intestinal de azúcares como la fructosa y la lactosa. También son frecuentes los mecanismos farmacológicos por excesos de aminas biógenas como la histamina. En ambos casos el origen puede ser genético y/o adquirido en un contexto de inflamación intestinal por alteración o disbiosis de la microbiota (“flora”) intestinal.

Se postulan otros posibles mecanismos de intolerancia alimentaria como la interacción sobre distintas poblaciones microbianas intestinales o la inflamación de la mucosa intestinal, tal vez mediada por el sistema inmune innato, aunque esto último aun no tiene el consenso científico necesario. En cualquier supuesto, la intolerancia alimentaria y la disbiosis intestinal siempre suceden al tiempo, siendo un binomio indivisible que se retroalimenta entre sí.

Los síntomas de la intolerancia alimentaria suelen ser crónicos, tardíos y/o larvados. Además, están condicionados por la existencia paralela de factores psicoemocionales, hormonales y/o medicamentosos que los desencadenan o exacerban. Afectan sobre todo al aparato digestivo, generando cuadros funcionales digestivos que cursan con digestiones pesadas y prolongadas, reflujo gastroesofágico, dolor abdominal, hinchazón abdominal, flatulencias y/o alteraciones del ritmo intestinal. También generan o facilitan síntomas extradigestivos, sobre todo dolores de cabeza, manifestaciones dermatológicas, fatiga, neblina mental y/o artromialgias. Si consideramos que se han descrito más de 100 enfermedades crónicas asociadas a disbiosis intestinal, se puede afirmar que probablemente las intolerancias alimentarias están involucrada en un grado variable en la mayoría de tales enfermedades crónicas.

A pesar de ser muy frecuentes, las intolerancias alimentarias están infradiagnosticadas y son aún muy desconocidas. Es imprescindible su estudio por médicos expertos en intolerancia y disbiosis intestinal que profundicen a la par en ambos procesos. Para ello se dispone cada vez de herramientas diagnósticas más precisas, destacando los test de aire espirado para la detección de intolerancias alimentarias a azúcares o de sobrecrecimiento bacteriano o los estudios metagenómicos de microbiota fecal.

Siempre que se hagan estos estudios es necesario evaluar también la alergia alimentaria. Hay sensibilizaciones alérgicas subclínicas o de bajo grado que pueden contribuir a los síntomas digestivos de los pacientes con intolerancias. Por otra parte, en toda alergia alimentaria debería evaluarse la existencia de intolerancia alimentaria y disbiosis intestinal, al favorecer ésta la enfermedad alérgica. Diagnosticar y controlar la intolerancia y modular adecuadamente la disbiosis intestinal, son nuevas herramientas para mejorar el control de la alergia.