¿Qué es la microbiota? ¿Y el microbioma?
La microbiota es el conjunto de microorganismos presentes en el cuerpo humano: bacterias, hongos, virus, arqueas, protozoos y otros parásitos. Se estima que supone entre 1 y 2 kg del peso total de una persona. Esta microbiota se distribuye a lo largo del organismo en el intestino, aparato genitourinario, cavidad oral, vía respiratoria y piel. De todas las microbiotas la más estudiada, numerosa y relevante es la intestinal, especialmente la del colon, aunque no se debe olvidar el importante papel del resto y la interconexión entre todas. Respecto al microbioma se define como el conjunto de genes de los microorganismos que constituyen la microbiota, empleándose ambos términos casi como sinónimos.
¿Qué es una microbiota resiliente?
Es aquella microbiota que tiene mayor capacidad para adaptarse y recuperarse frente a distintas situaciones que puedan dañarla a lo largo de la vida, tales como el consumo de antibióticos y otros fármacos, intervenciones quirúrgicas sobre todo digestivas, alteraciones de la motilidad intestinal, intolerancias alimentarias, factores hormonales y situaciones de estrés o tensión psicoemocional.
Las principales variables que proporcionan resiliencia al microbiota son la riqueza y biodiversidad de especies microbianas que contenga y el equilibrio entre las mismas. Ambas dependen de factores vitales durante los dos primeros años de vida, como son el tipo de parto al nacer, la lactancia y alimentación posterior, el entorno ambiental y el consumo de antibióticos.
¿Qué es la disbiosis intestinal?
La disbiosis es un desequilibrio de la microbiota intestinal, bien sea por crecimiento excesivo o deficiencia de ciertos géneros, traslocación a otros lugares o ambas. No sólo se refiere a bacterias, también a arqueas (IMO) y hongos (SIFO/LIFO). La existencia de disbiosis es más probable en microbiotas poco resilientes y/o cuando existan más factores que la agredan o condicionen, incluyendo intolerancias alimentarias.
¿Cómo afecta la disbiosis intestinal al intestino?
En un contexto de disbiosis se pierde el moco protector y se inflama la mucosa por respuesta de los linfocitos intestinales frente a los cambios de la microbiota. Esta inflamación genera un mal funcionamiento de las enzimas y receptores intestinales que permiten la degradación y absorción intestinal causando intolerancia alimentaria, que exacerba la disbiosis y da lugar a síntomas funcionales digestivos.
Paralelamente pueden dañarse las uniones estrechas que unen a las células intestinales, causando el síndrome de intestino permeable, alteración de la pared intestinal por la que pierde su función barrera de modo que múltiples agentes y sustancias potencialmente nocivas o tóxicas la atraviesan: alérgenos, metales pesados, aditivos y toxinas de origen alimentario, virus, bacterias, componentes de la membrana bacteriana como las endotoxinas o lipopolisacáridos (LPS) de bacterias gram negativas y/o metabolitos microbianos tóxicos o enterotoxinas, abundantes en un contexto de disbiosis intestinal. Estos agentes y sustancias amplifican la respuesta inmunológica local, alcanzan el hígado por circulación portal generando inflamación y daño hepático y se distribuyen por el resto del torrente circulatorio, generando inflamación del endotelio vascular, daño potencial en cualquier órgano y respuestas inmunológicas anómalas.
¿Qué relación tiene la disbiosis intestinal con las enfermedades crónicas?
En los últimos años se han publicado vínculos de la disbiosis intestinal con más de cien enfermedades crónicas, digestivas, inmunológicas, hormonales, metabólicas, neurológicas y psiquiátricas. En muchas aún no se ha establecido claramente si la disbiosis es causa o consecuencia de enfermedad, aunque la evidencia creciente sugiere que es un factor causal principal al condicionar la respuesta inmune y al generar metabolitos potencialmente tóxicos.
Entre las patologías más claramente asociadas a disbiosis se encuentran: enfermedades inflamatorias intestinales, procesos funcionales digestivos como el síndrome de intestino irritable, enfermedades sistémicas como fibromialgia y síndrome de fatiga crónica, síndrome metabólico (obesidad, dislipemia, HTA, hígado graso), enfermedades autoinmunes y alérgicas, dermopatías inflamatorias, rinosinusitis crónica, disfunciones ginecológicas como ovario poliquístico y endometriosis, mucositis orales, cistitis intersticial, infecciones recurrentes, migraña, trastornos de espectro autista y otras patologías neurológicas y psiquiátricas. En muchos pacientes estas patologías se asocian, siendo en todos los casos susceptibles de ser atendidos en Inmunomet.
¿Qué es el sobrecrecimiento bacteriano? ¿Qué factores lo causan?
Es un subtipo de disbiosis intestinal caracterizado por la presencia excesiva de bacterias y arqueas en el intestino delgado secundariamente a una proliferación exagerada y/o a su ascenso desde el colon. Se conoce como SIBO, acrónimo en ingles de “Small Intestin Bacterial Overgrowth”. Se evalúa mediante la medición seriada de gases exhalados tras la toma de azúcares no absorbibles, reflejando la existencia de poblaciones microbianas que los fermentan: enterobacterias productoras de hidrógeno (H2), arqueas productoras de metano (CH4) y/o bacterias productoras de sulfuro de hidrógeno (SH2).
Su desarrollo y persistencia depende sobre todo de alteraciones de la motilidad intestinal y también de otros factores como posibles alteraciones anatómicas o estructurales, causas de hipoclorhidria, déficit de IgA secretora, consumo recurrente de antibióticos, disfunciones pancreáticas y/o biliares, celiaquía e intolerancias alimentarias.